Perder hueso dental por diferentes motivos conlleva ciertas consecuencias, tanto estéticas como funcionales. Y es que esta pérdida ósea es capaz, en algunos casos, de comprometer la estabilidad de los dientes. Para recuperar una cantidad suficiente de hueso, especialmente antes de someter al paciente a un procedimiento de implantología dental, es habitual recurrir al injerto de hueso. Así, el maxilar vuelve a tener la cantidad de hueso adecuada.
Tipos de injertos de hueso
Siempre que alguien va a colocarse un implante dental y no tiene la cantidad de hueso necesaria, se opta por la intervención de injerto de hueso. Así, es posible afrontar el procedimiento con garantías de éxito, ya que esa cantidad extra es la que va a permitir sujetar correctamente el implante dental dentro de la boca del paciente.
Los numerosos estudios que se han realizado alrededor de los diferentes tipos de injerto de hueso han acreditado su eficacia y su seguridad en todos los casos, así que su elección va a depender únicamente de la situación clínica y de las preferencias del paciente.
En la actualidad, existen estos tipos de injertos óseos:
- Injerto autólogo: consiste en extraer hueso de un lugar diferente del cuerpo del paciente y colocarlo allá donde se necesita.
- Aloinjerto: el hueso que se emplea es también humano, pero procede de un donante fallecido.
- Xenoinjerto: en este caso, el material del injerto de hueso proviene de un animal, normalmente de una vaca.
- Aloplástico: son los injertos de hueso hechos a partir de materiales sintéticos en forma de polvo, masilla, gránulos o gel inyectable.
En cualquier caso, los materiales se procesan y preparan para aumentar su seguridad y reducir al máximo las posibilidades de rechazo.
¿Cómo es la operación de injerto de hueso?
Los injertos óseos son procedimientos quirúrgicos de consideración menor que se llevan a cabo en las clínicas dentales y que constan de los siguientes pasos:
- Evaluación inicial: determinamos la cantidad y calidad del hueso disponible en la zona del implante dental y la cantidad de injerto que se va a necesitar.
- Anestesia: antes de comenzar, el paciente recibe anestesia local o general para eliminar cualquier tipo de dolor.
- Preparación del sitio: realizamos una incisión en las encías para acceder al hueso subyacente y dejar expuesta la zona en la que se va a colocar el injerto de hueso.
- Extracción del injerto: si el hueso a injertar proviene del propio paciente, es decir, si se trata de un injerto autólogo.
- Colocación del injerto: una vez que se obtiene el injerto, se coloca en el área donde se necesita aumentar el volumen de hueso mediante tornillos, placas o suturas.
- Cierre de la incisión: suturamos las encías para que el hueso nuevo se integre con el hueso circundante.
- Recuperación: el paciente recibe instrucciones para el cuidado de la herida y pautas para la recuperación, que pueden incluir el uso de analgésicos y antibióticos y evitar ciertos alimentos y actividades durante cierto tiempo.
- Osteointegración: se debe esperar un periodo prudencial (habitualmente, varios meses) para que el hueso injertado se fusione completamente en la boca del paciente.
En Avodent recurrimos con frecuencia al injerto de hueso para conseguir el soporte ideal para el implante dental en caso de que el paciente presente poca cantidad o calidad de hueso dental.
