Como ya dijimos en el primero de los posts de esta serie dedicada a los implantes dentales, estos son básicamente tornillos de titanio incrustados en el hueso de las mandíbulas y sobre los que se coloca una corona, que viene a ser el equivalente a la parte visible del diente o dientes que se sustituyen, (ya que ir por ahí con una sonrisa a base de cabezas de tornillos…pues como que no resulta demasiado atractivo, ¿verdad? 🙂 .
El caso es que para poder implantar es necesario tener una buena base donde hacerlo y por ello, la calidad del hueso es fundamental para garantizar el buen resultado del tratamiento.
Por calidad entendemos no sólo la densidad y el volumen del hueso en concreto sino también la salud general de la persona que se va a someter al implante, ya que puede ser determinante para la curación y regeneración de los tejidos implicados, cuestión que ya tratamos en un post anterior.
¿Por qué se pierde hueso cuando se pierde un diente?
Quizá te suene eso de que los astronautas en el espacio pierden masa ósea a causa de la ingravidez, y es que un hueso necesita ser estimulado para mantener su forma y densidad. En el caso del hueso que recubre y da soporte al diente, dicha estimulación viene dada por el mismo diente. Cuando se pierde, la falta de estimulación provoca la pérdida del hueso que le da soporte.
Así, disminuye un 25% la anchura del hueso durante el primer año tras la pérdida del diente y la altura va también progresivamente disminuyendo con el tiempo. Cuantos más dientes se pierden, menor es la funcionalidad del hueso en su conjunto, lo cual puede conducir a serios problemas estéticos y funcionales, particularmente en personas que han perdido la totalidad de sus dientes. Una vez que el hueso alveolar (el que está en contacto directo con el diente) se pierde, lo que viene detrás, es decir, la mandíbula propiamente dicha, también comienza a retirarse.
Pero si eres de los que pensaste en su día que “total, si esas muelas no se ven, para qué me voy a gastar dinero en implantarme nada. Ya me apaño con las que me quedan…” o algo parecido y resulta que ahora ves que tu maxilar no era el que solía, es bueno que sepas de la existencia de técnicas quirúrgicas específicamente orientadas a generar el hueso que se ha perdido y, así, proporcionar la base necesaria para el anclaje de los implantes.
Es más, antes que el aspecto estético, que por supuesto es innegable, la razón principal para considerar un implante dental es la conservación de la forma del maxilar.
Dado que los implantes dentales se fusionan con el hueso (osteointegración) logran que éste se estabilice y se evite la pérdida ósea que de otro modo sería reabsoribido por el organismo ya que el cuerpo tiende a hacer desaparecer el hueso cuando ya no es de apoyo o, concretamente en este caso, está conectado con los dientes. Solo los implantes dentales pueden detener este proceso y preservar el hueso.
Si estás en Alcobendas o alrededores, acabas de perder un diente o te estás planteando la posibilidad de volver a tenerlos, en Avodent tendrás cercanía y la atención que mereces, con uno precios ajustados a tus necesidades. Siendo la primera consulta gratuita, ¿te pasas un día y nos conoces? 😉